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El peor Athletic debuta en la Liga



El Almería, serio, ordenado y con clase, dio todo un repaso al equipo de Caparrós, que demostró una alarmante falta de juego

El Athletic Club ha perdido 1-3 frente a la U.D. Almeria. Ion Vélez ha marcado el gol de nuestro equipo y Perellano, Negredo y Ortiz han sido los autores de los tantos visitantes. No hay excusa alguna para justificar este flojo inicio de liga, ya que nuestro equipo ha ofrecido desde el principio demasiadas facilidades y ha mostrado carencias que han puesto la contienda demasiado cuesta arriba. Para colmo, en los únicos compases en los que le Athletic parecía poder engancharse con visos de éxito al partido, la suerte, en forma de falta de acierto desde los once metros, le ha vuelta la espalda. Era ya muy tarde y muy dificil.

Si el concepto básico del juego del Athletic debe ser el corazón, como sostiene Joaquín Caparrós, lo ocurrido ayer en San Mamés sólo puede interpretarse como un accidente cardiovascular, un patatús, un perrenque en toda regla que dejó a la hinchada rojiblanca páliday temiéndose lo peor. Es cierto que sólo era el primer partido de Liga y que en los debuts acostumbran a sacarse conclusiones prematuras. Al final, ni todo suele ser tan bueno ni tan malo como parece en el primer vistazo de la temporada. El problema es que ayer el Athletic no dejó ni una sola buena sensación. Resumiendo, se podría decir que al equipo le faltó de todo. Corazón, desde luego, y sobre todo, fútbol. El Almería le superó de principio a fin con una autoridad y un saber estar que, al final del partido, acabaron siendo reconocidos con aplausos por la afición rojiblanca, siempre exquisita para estas cosas de la caballerosidad.

Aunque parezca mentira -¿no pensábamos, acaso, que el comienzo de Liga era asequible?-, la distancia entre los dos equipos fue enorme. Existía una gran diferencia entre ambos y se notó desde el principio. El Almería era un bloque ordenado, sólido, sorprendentemente aseado en su centro del campo y con las ideas muy claras sobre la forma de hincar el diente al partido. El Athletic era exactamente el reverso de la moneda, un conjunto impotente, sin chispa y con el encefalograma plano. Su único argumento fue lanzar balones en largo en busca de Llorente. ¿Les suena? Con dos de ellos, en el primer tramo del encuentro, creo algo de peligro. Luego, ni eso. La defensa andaluza se ajustó y el Athletic quedó a la intemperie, sumido en una incapacidad letal para mover el balón con criterio y abocado, por tanto, a la inanición.

Todo salió mal

Lo cierto es que todo salió mal desde el principio. El arranque del partido no pudo resultar más desalentador. Se perdió a Amorebieta en el calentamiento, se perdió incluso el sorteo del saque de centro y el equipo de Caparrós se puso en acción con menos pulso que una momia. A los siete minutos, tras un error defensivo que permitió que los dos centrales del Almería se fabricaran juntos el 0-1 en el saque de un corner, quien más quien menos se hizo una pregunta inquietante. ¿Serían esos primeros minutos lamentables un presagio? ¿Comenzaríamos la Liga con una pifia? Tristemente así fue y nadie podrá poner ninguna excusa.

Al Athletic le dieron ayer un baño. Eso que se llama un meneo. De hecho, por no haber, en San Mamés no hubo ni emoción. El resultado sólo estuvo en el aire durante unos breves instantes de la segunda parte, cuando los rojiblancos tuvieron la posibilidad de ponerse 2-3 tras un penalti de Bruno. Fue un golpe de suerte, porque el fútbol del Almería, bien dirigido por Julio Álvarez, Corona, Juanito y Ortiz, seguía estando en otra dimensión, pero el Athletic ni siquiera supo aprovechar ese regaló. Diego Alves paró el lanzamiento de Yeste, que de ese modo puso la guinda a una actuación irritante.

Yeste y Casas

Sin ritmo y sin casta, el de Basauri se dedicó a sacar faltas y corners. Y hasta eso hizo mal. Fue uno de los protagonistas negativos de la tarde, aunque Caparrós decidiera mantenerlo en el terreno de juego durante los noventa minutos. Algo le vería que se nos escapó al resto de los mortales presentes. El otro protagonista fue Casas, que con una cesión lastimosa regaló a Negredo el 0-2 pasada la media hora de partido. El lateral de Sopelana escuchó pitos, pero tampoco parece cuestión de ensañarse con un futbolista que ha pasado de estar en las tinieblas, sin dorsal siquiera, a ser sorprendentemente titular en el primer partido de Liga. Cosas de los técnicos, habrá que decir.

El suspenso, en cualquier caso, fue general. De toda la tropa rojiblanca, apenas se salvó Ion Vélez, que salió en la segunda parte junto a Orbaiz. El navarro marcó un gol y dibujó un par de buenos desmarques. Algo es algo. De hecho, la mayoría de sus compañeros no puede decir ni eso. La defensa estuvo floja y las pasó tiesas con los delanteros del Almería, gente rápida y que hila muy fino, como demostró en el 0-3, un gol magnífico. El centro del campo, por su parte, estuvo a oscuras todo el partido. La pareja Gurpegui-Javi Martínez no mezcla bien. En realidad, son dos futbolistas cortados por un patrón tan parecido que juntos no suman. Es evidente que el Athletic necesita ahí otro tipo de futbolista con capacidad para distribuir el juego, ya sea Orbaiz o Iturraspe. El que sea. Porque hay algo que quedó descorazonadoramente claro ayer: con la propuesta de juego del Athletic no se va a ningún sitio.

A algunos de los que no han podido ver el partido por televisión les cabrá el consuelo de que se han ahorrado dinero y un encuentro para olvidar. Eso si, que sepan que ha sido porque AVS no ha solicitado las imágines a los que las han producido. Con soporte audiovisual o sin él el Athletic Club tendrá que mejorar horrores en la segunda jornada, que nos lleva a Málaga. Entre medio hay dos semanas para hacer acopio de fuerzas e ideas.


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